Lo que hacemos
Rechazamos cualquier intervención artificial que añada estética a nuestros vinos. Todos nuestros productos se elaboran bajo los preceptos naturales de la biodinámica.
Nuestra intención es hacer vinos que formen parte de la naturaleza y sus procesos, que sepan a lo que sabrían los vinos antiguos, antes de la química, que favorezcan la salud y siempre sientan bien. En definitiva, vinos que no pueda hacer la tecnología.
Vinos que hablen del lugar del que proceden, de su latitud, de su clima y de nosotros.
Cómo lo hacemos
Para nosotros resulta de vital importancia la asociación de diferentes cultivos, la diversidad de flora y fauna autóctona que equilibra y regenera la vida en el suelo, reforzando así la resistencia natural de las plantas.
Esta vegetación natural espontánea desempeña un papel importante como bioindicador, en ella germinan todo tipo de flores, insectos y lombrices viajeras que acaban haciendo un “microarado” minucioso y nada agresivo, a la vez que van aportando estructura al suelo, nos ayudan a retener la humedad y protegen a la tierra de la erosión y del sol.
Ayudamos a la viña con los preparados biodinámicos, el preparado de María Thun e infusiones de plantas medicinales. No le aplicamos ni cobre ni azufre.
Nuestra viña crece libre sin deshojar ni despuntar.
Una relación de la viña
con su entorno.
40º
La finca se encuentra en una latitud de 40 grados con respecto al Ecuador.
492m.
Finca de 13,5 hectáreasa a una altitud de 492 metros en la comarca de Santa Olalla.
Utilizamos la música como portadora de vibración y energía sutil, tanto en el campo como en la bodega.
El calendario lunar rige nuestras labores en el campo y en la bodega.
El abono es natural: procede de los restos de poda, de la siega y de las vacas de nuestros amigos de Casa Gutier.
Dejamos que la Naturaleza haga su trabajo, buscando la máxima sencillez y la mínima intervención.
NUESTRA FINCA
Se trata de un viñedo con fuerte contenido arcilloso-calcáreo, de clima mediterráneo con temperaturas muy extremas de estepa interior y escasa lluvias (368 mm). El sol de Toledo, 2815 horas al año, nos permite trabajar sin nada de cobre y azufre en el campo.
Dejamos que la Naturaleza haga su trabajo, buscando la máxima sencillez y la mínima intervención para no distorsionar la relación de la viña con su entorno.